El insomnio es el trastorno de sueño más frecuente, actualmente esta prevalencia sigue incrementando sobretodo en las sociedades más industrializadas. Considerado como un problema de salud afectaría a un 15% de la población general que refiere haber presentado en algún momento de su vida, uno o varios de los síntomas que lo definen, identificados como dificultad para el inicio del sueño, despertares frecuentes durante la noche o despertar precoz antes de lo deseado con incapacidad de volver a conciliar el sueño, todo ello según se describe en la 3ª Clasificación de trastornos de sueño (2014) debe asociarse a dificultad o afectación para la correcta realización de las tareas durante los periodos diurnos. Sabemos también que el problema presenta una mayor incidencia en mujeres y a medida que aumenta la edad. El insomnio puede tener un inicio provocado por varias causas, pero el entorno social, laboral y familiar suele estar implicado en la mayoría de casos por ello cuando planteamos un tratamiento es imprescindible hacerlo desde un abordaje multidisciplinar y entendiendo el problema como un conjunto, es decir pensar en el enfermo, más que en la enfermedad. Por ello no podemos utilizar únicamente recursos farmacológicos para tratar a un paciente con insomnio, sino que debemos asociar técnicas de terapia cognitivo-conductual especificas para este problema que cada vez más se están considerando como tratamiento de elección en el insomnio, sobretodo en el insomnio crónico, es decir, el que presenta más de tres meses de duración. Actualmente, no hay ninguna duda de que el insomnio, además de afectar directamente a la calidad de vida del paciente que lo padece, implica un incremento del riesgo cardiovascular y metabólico así como mayor riesgo de sufrir depresión o ansiedad. Todo ello junto con el coste económico provocado por la afectación en rendimiento laboral, mayor necesidad de asistencia sanitaria y bajas laborales…hacen que el insomnio además de un problema sanitario, debe ser considerado como un problema social. Es por ello importante hacer campañas de salud para acercar las medidas higiénicas de sueño a la población general, estimulando conciencia social de la importancia de cuidar la cantidad y calidad de sueño para mejorar la calidad de vida.
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