Madrid, España – Promover el sueño desde la atención primaria, incorporar los hábitos de sueño en la historia clínica de los pacientes e identificar grupos de riesgo, son los principales retos para promover el sueño como un pilar fundamental de la salud y así contener el incremento del SAOS. Estas son las principales conclusiones del primero de los encuentros #PhilipsInspira, que organiza Philips, empresa líder en tecnología sanitaria, donde se discuten las problemáticas de las patologías respiratorias, y la forma de afrontarlas desde el sistema sanitario, la práctica clínica y la experiencia del paciente. En marzo, mes del sueño, la jornada ha estado a cargo de expertos de la Fundación Española del Corazón (FEC), la Sociedad Española del Sueño (SES) y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), que han clasificado el Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño (SAOS), como un problema de salud pública, por su alta incidencia y elevado riesgo cardiovascular asociado.
El Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño (SAOS) o apnea del sueño, junto al insomnio, es el trastorno del sueño con mayor incidencia en España: los expertos recuerdan que alrededor del 10% de la población adulta mundial padece de SAOS y que el 90% de los casos no está diagnosticado. Se trata de un problema de salud pública que, debido a nuestro actual estilo de vida, ha llegado para quedarse. Y sus consecuencias van más allá de las complicaciones respiratorias, ya que afectan también a la salud del corazón.
Cuando hay una falta de sueño o se ha dormido mal, y si se mantiene de manera repetitiva y se hace crónico, esto va a dañar el corazón; va a haber más probabilidad de desarrollar una enfermedad coronaria y del miocardio por la hipertensión
Dr. Carlos Macaya
Presidente de la Fundación Española del Corazón
Diabetes, Ictus y riesgo elevado de infarto son algunas de las consecuencias de la privación de sueño y que conllevan un riesgo elevado para la vida del paciente, añade la Dra. Patricia Lloberes, de la Sociedad Española del Sueño (SES): “Los pacientes de apnea del sueño grave mueren por enfermedad cardiovascular”.
El principal problema de la apnea del sueño es la adherencia al tratamiento: un 30% de los pacientes de SAOS no lo tolera
Olga Mediano
Neumóloga de Unidad de Sueño del Hospital Universitario de Guadalajara de Madrid y miembro de la SEPAR
La adherencia al tratamiento es el “talón de Aquiles” en el abordaje de la enfermedad. El tratamiento del SAOS es invasivo y de por vida. El paciente necesita un dispositivo de presión positiva continua en la vía aérea (CPAP), que mantenga su vía respiratoria abierta durante el sueño y así no se produzcan las apneas (períodos de interrupción de la respiración), que en algunos casos pueden darse más de 30 veces por hora. “La opción de tratamiento que se plantea en los pacientes que tienen, o bien síntomas relacionados con las apenas o bien un problema de apnea grave aunque no tengan síntomas, es la CPAP, que es la presión de aire positiva a través de una mascarilla por la nariz. Es un tratamiento eficaz al 100%, pero es necesario que utilizarlo de por vida y adaptarte a llevar una mascarilla para dormir”, refuerza Lloberes.
Según la encuesta ‘Los cuatro pilares de la salud cardiovascular’ de Philips con la colaboración de la Fundación Española del Corazón, un 30% de los españoles duerme menos de las 7h horas recomendadas, lo que puede traer consecuencias negativas a nivel físico y mental. Además, entre los encuestados un 35% afirma roncar por las noches, y un 58% dice sentir somnolencia durante el día. Teniendo en cuenta que de esta muestra, los rangos de edades que revelan dormir menos están entre los 45 y los 65 años, es muy probable que los roncadores de hoy sean potenciales pacientes de SAOS mañana. Un dato que la doctora Patricia Lloberes, Vicesecretaria de la SES y neumóloga de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario Vall d´Hebron, también ha querido destacar en base a su experiencia. “En un 30% de los roncadores que nos llegan a la consulta hay sospecha de apnea del sueño”. Asimismo, es relevante destacar que solo el 20% de los niños y adolescentes tiene unos horarios de sueño regulares y entre los expertos es cada vez más evidente el impacto de la apnea de sueño en los niños y su relación con la obesidad o las alteraciones cognitivas en términos de atención, memoria y por lo tanto de repercusión en el desarrollo intelectual. Asimismo, las nuevas tecnologías son el “enemigo” del sueño ya que gran parte de los adolescentes se van a la cama con el móvil o la Tablet, sin ser conscientes de que su uso en el horario de sueño inhibe la producción de melatonina, la hormona responsable de accionar el ciclo del sueño, comenta la Doctora Mediano. Como resultado, se duermen cada vez más tarde y se levantan a la misma hora.
Este tipo comportamientos, llevan a una descompensación de los ritmos de sueño que a su vez, generan hipertensión y alteran los procesos metabólicos, favoreciendo la obesidad. A la larga, estos individuos se convierten, ya de jóvenes, en potenciales pacientes obesos, con apnea del sueño y elevado riesgo cardiovascular. Por todo ello, la educación como forma de prevención es la mejor forma de atajar el problema: empezar a trabajar sobre las causas y aliviando la carga que supone el tratamiento, tanto para el sistema en cuanto a costes, como para los profesionales en cuanto a sobrecarga de pacientes. Para ello, los expertos defienden la inclusión de los hábitos de sueño en la historia clínica de los pacientes, así como la implicación de la atención primaria, para que se introduzca la higiene de sueño en la atención sanitaria desde la infancia. Esta es una coordinación entre niveles asistenciales que los especialistas consideran clave y donde, de hecho, ya se están dando los primeros pasos: “Se está trabajando de forma experiencial para abordar el diagnóstico de trastornos de sueño desde la atención primaria”, sostiene la doctora Lloberes.
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