Las consecuencias del exceso de alarmas se traducen en la dificultad de reconocer las alarmas realmente importantes, lo que representa un riesgo para la seguridad del paciente.
“Un nivel de ruido elevado causa estrés a los profesionales sanitarios. Además, el profesional se acostumbra excesivamente a las alarmas y, por lo tanto, su atención decrece. Hay un ruido de fondo que llega a ser el habitual y sobre ese ruido es difícil discernir aquellos eventos realmente importantes” comenta el Dr. Félix Lacoma, Jefe de Servicio de la Unidad de Cuidados Intensivos de Quirón Salud Madrid, donde actualmente se está llevando a cabo un proyecto de optimización de la gestión de alarmasjunto con Philips, para medir y racionalizar la cantidad de alarmas en su centro. “Sabemos que hay muchas alarmas irrelevantes y que contaminan el entorno. Con este proyecto esperamos racionalizar el uso de las alarmas y mejorar el entorno para pacientes y profesionales”.
Realizar sesiones informativas con el personal sanitario, reforzar su formación en el manejo de las alarmas clínicas, aprender a evitar la “sobre-monitorización” y establecer alarmas visuales para disminuir las sonoras, son algunas de las medidas que se aplican en este tipo de proyectos, y que se desprenden de los resultados obtenidos en la fase de análisis. Adicionalmente, es recomendable Introducir el uso de herramientas predictivas en la monitorización, que permitan conocer el estado general del paciente en todo momento, y crear perfiles de monitorización según el estado de salud de los pacientes.