Durante los últimos años se ha ido extendiendo el uso de la RM post-infarto con el fin de predecir el pronóstico de los pacientes, conocer los cambios que pueden ocurrir en el tejido cardiaco o evaluar el beneficio de las terapias que se iban administrando a los pacientes. Y en los últimos tiempos, la tecnología y la innovación aplicada a esta técnica la ha convertido en la herramienta “más potente” de estudio del corazón tras un infarto de miocardio. Como destaca el Dr. Valentín Fuster, director general del CNIC, Director del Instituto Cardiovascular y Director médico del Mount Sinaí Hospital de Nueva York, hasta ahora “no existían recomendaciones sobre las medidas a realizar en los estudios de resonancia magnética y el momento de hacerlas para evaluar el efecto de estas terapias”. Con la publicación de este consenso internacional elaborado con el apoyo de la tecnología y experiencia de Philips, se confirma la validez de esta tecnología que “permite analizar la anatomía del corazón, su función y composición del tejido de una forma muy precisa sin necesidad de utilizar radiación. Es la prueba ideal para evaluar el efecto de nuevas terapias den el infarto agudo de corazón”.
Javier Sánchez-González, coordinador del programa de desarrollo en imagen cardiovascular en el CNIC y colaborador en el estudio publicado, añade además que estas “nuevas técnicas de mapeo del corazón nos están ayudando a comprender procesos que ocurren en el corazón infartado que antes solo podíamos ver en la anatomía patológica y de manera inocua”. El documento publicado por el CNIC, con el apoyo de Philips, determina por tanto que el tamaño del infarto absoluto es el objetivo principal en los estudios de evaluación y, además, recomienda que la prueba de resonancia magnética se realice entre el día 3 y 7 tras el infarto. Según el Dr. Rodrigo Fernández-Jiménez, co-autor del documento, este periodo es donde las medidas de RM “son más estables y están menos afectadas por los cambios rápidos que sufre el corazón para intentar auto-repararse”. Las conclusiones de este documento, explica Sánchez-González, “están enfocadas al estudio de terapias denominadas cardioprotectoras, que intentan minimizar los efectos que tiene el haber sufrido un infarto y cómo hay que evaluar la información de la RM para mejorar la transferencia de estas terapias a un entorno más clínico”. El Dr. Borja Ibáñez, Director del Departamento de Investigación Clínica del CNIC, cardiólogo del hospital Fundación Jiménez Díaz y miembro del CIBERCV, añade además que este consenso sirve como “guía para que se homogeneicen las pautas de uso de la RM” para poder comparar y compartir estudios y mejorar los resultados clínicos. Fuentes de referencia:
CNIC Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III Javier Sánchez-Gonzalez Clinical Scientist at Philips Spain Rodrigo Fernández-Jiménez Valentín Fuster Director general del CNIC Director del Instituto Cardiovascular Director médico del Mount Sinaí Hospital de Nueva York
Researcher at Fundación Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III