A medida que los casos globales superan los 4,1 millones, la creciente demanda de atención ha arrojado luz sobre un problema global crítico: simplemente no hay suficientes enfermeras. A medida que las salas de emergencia se desbordan y el sistema comienza a ceder bajo la tensión de la pandemia, los administradores del hospital tienen que encontrar formas creativas para satisfacer las necesidades de personal. Algunos hospitales están empleando profesionales de la salud jubilados para rellenar áreas en el hospital donde pueden no estar atendiendo a pacientes con COVID-19 para liberar a otras enfermeras, y otros, están retirando a las enfermeras de roles no clínicos como un departamento de calidad. El Reino Unido incluso lanzó la legislación de emergencia de registro temporal COVID-19 para expandir la fuerza laboral de enfermería a personas adecuadas y con experiencia. Con la necesidad de más personal, la escasez de equipo de protección personal (EPI) es un problema aún más importante. Si bien el EPI se daría en condiciones normales, ahora se pide a las enfermeras que racionen y reutilicen los suministros limitados que tienen.
¿Qué podemos hacer? Creo que es fundamental que equipemos a las enfermeras con los medios para tener una visibilidad sin obstáculos del bienestar de sus pacientes, ya sea desde la casa del paciente o dentro del hospital. Los puntos de contacto de monitoreo regulares a través de dispositivos conectados en el hogar pueden capacitar a las enfermeras para garantizar que los pacientes que no están lo suficientemente enfermos como para ser admitidos puedan recibir atención remota. La investigación muestra que muchas enfermeras están listas para esto. El Informe 2020 Future Health Index (FHI)[1] encontró que casi cuatro de cada cinco enfermeras más jóvenes creen que las tecnologías de salud digital pueden impactar positivamente los resultados y las experiencias de los pacientes.