Cuando se trata de dormir bien por la noche, una serie de factores como la temperatura pueden afectar a la calidad y la cantidad del sueño. Pero la ropa de cama adecuada también puede ser clave. Cuando estamos incómodos, tenemos demasiado calor o demasiado frío, podemos tener problemas para quedarnos o mantenernos dormidos, por muy cansados que estemos. El edredón, las mantas y las sábanas también pueden afectar al sueño, según el Dr. Teofilo Lee-Chiong, profesor de la Universidad de Colorado y jefe de enlace médico de Philips Respironics. "La selección de la sábana, la tela, la almohada y la manta adecuadas es importante y puede verse afectada por la estación del año". De hecho, el Dr. Michael L. Gelb, un médico del sueño residente en Nueva York, dijo que la forma de hacer la cama puede determinar tus posibilidades de disfrutar de un buen sueño nocturno. Invertir en sábanas con alta densidad de hilos, que suelen ser más suaves y menos rígidas, puede ayudarte a dormir mejor. "Las sábanas con alta densidad de hilos son siempre más cómodas, porque tienen un mejor tacto en la piel", dijo Gelb. La sensación de lujo también puede ayudar a que te sientas mimado y relajado, lo que también puede ayudarte a dormir. Además de la densidad de hilos, elige sábanas de algodón, que mejora el flujo de aire y ayuda a aumentar la comodidad general. "Los tejidos y las sábanas suaves y transpirables son ideales para la ropa de cama", señaló Gelb. En lugar de tener un edredón o una manta que pesen mucho, Gelb sugiere hacer la cama con varias sábanas y mantas de algodón, que se pueden levantar y retirar de forma individual para regular mejor la temperatura en la cama. El despertador interno de tu cuerpo, denominado ritmo circadiano, envía señales a tu cerebro de que es momento de irse a la cama o levantarse, dijo Rosenberg. Y las investigaciones indican que las siestas crean una rutina de sueño espontánea e irregular que altera el ritmo circadiano de tu cuerpo, porque no está seguro de cuándo es hora de irse a la cama. La perturbación de la capacidad de tu organismo para regularse y saber cuándo dormir reorganiza tus patrones de sueño. "Si te echas siestas a diferentes horas del día, tu cuerpo no se acostumbrará a dormir durante seis, siete u ocho horas, estar despierto durante entre 16 y 18 horas y luego repetir ese ciclo", dijo Rosenberg. Por eso, en lugar de equilibrar el sueño, una siesta básicamente restablece el despertador y el ciclo de sueño de tu organismo y puede empeorar tus problemas para dormir. Pero el simple hecho de marcarte una hora para irte a la cama y establecer una rutina de sueño puede ayudarte a evitar la necesidad de echarte una siesta, dijo Rosenberg. "A menos que no te sientas bien, no deberías tener sueño durante el día y sentir la necesidad de echarte una siesta cuando estás bien descansado". Luchar contra la necesidad de echarte una siesta rápida también aumenta las probabilidades de que disfrutes de un sueño más profundo noche tras noche. Por eso, combate las cabezadas y la caída de párpados con entre 5 y 10 minutos de actividad física. Así disfrutarás de un mejor sueño esta noche.
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